Camino hacia el amor

Esas veces, esas veces dónde encuentras el amor de tu vida por la calle, atendiendo en una tienda o en la televisión. Esas personas fugaces que te hicieron sentir algo, y te hubiera gustado conocer. Al protagonista de esta historia le pasa algo similar, pero no tan solo quiere conocerla... Acompáñalo en un camino hacia el amor de su vida.

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No tenía nada que hacer, tan solo volvía a casa para sentarme en el sofá y ver alguna película. Nada más interesante, como mucho practicar con la guitarra eléctrica, pero los vecinos ya se han quejado bastante por el ruido que hago. Si no es por la guitarra, es por los sonidos del sótano. Es lo que tiene vivir en un pueblo perdido en Florida, está lleno de viejos, no es lugar para rockstars como yo. Ya me he ganado una reputación por mi cine, y ahora, podré destacar por lo que siempre soñé: la música. En Internet se hacen muchos amigos. Maravillas del 99’. Tener como compañeros en un grupo a gente que comparte mis gustos y les guste mi arte, es fascinante. Mayhem y GG Allin estarían orgullosos de mí. Una nueva era de decadencia se aproxima.

Y entonces, mientras navegaba entre mis pensamientos, la vi a ella. Una chica de edad parecida a la mía o incluso mayor, estaba de espaldas de mí, andando hacia su destino. Tan solo por su espalda me atrajo por completo. Esa postura recta, ese andar que parecía un baile. Es preciosa… No quiero sonar fetichista, pero la corta falda blanca que llevaba, dejaba a la vista sus depiladas piernas, finas, muy finas. Unos muslos perfectos, no eran ni muy delgados ni muy gruesos, para mí era ideal. Su largo cabello moreno y ondulado caía hasta chocarse con la pequeña mochila que portaba en su espalda. No podría describir (por el momento) su torso, ya que de espaldas y con la mochila, no dejaban mucho a ver. Solo podría decir que llevaba un top rosa claro. Se notaba que era una chica que hacía deporte, se cuidaba. Lo he notado en las piernas, pero también se veía en sus brazos. Sé que suena estúpido, pero no podía esperar a que, por alguna casualidad, se girara y pudiera verle el rostro. Era lo único que quería durante este trayecto a mi casa.

Tras un rato andando, estaba llegando a mi destino… ¡pero ella seguía delante de mí! Ese fue el momento en el que empecé a pensar, no sabía qué hacer, si ir a mi casa y olvidarme o seguirla. Si la seguía, podría saber donde vive, podría volver a encontrarla. Al estar a punto de llegar a mi casa, tomé una decisión, la iba a seguir. Quién sabe, a lo mejor es una potencial actriz para mis películas.

Cada calle que cruzaba, cuanto más cerca de su destino estaba, el ambiente se iba tornando más lúgubre. Estábamos en los suburbios, ¿cómo una chica como esa podría vivir en un lugar como este? No le di mucha importancia, aunque eso me hizo pensar posteriormente. Puede que estar por esa zona me sirviera. Pero antes de eso, vi una oportunidad, algo único y que tenía que actuar si quería ganar ese momento. La chica se paró, para seguidamente empezar a atarse los cordones de uno de sus zapatos. Bendita sea mi mente. Bendita sea mi agilidad mental en ese instante, porque tomé la mejor decisión que podía tomar para confirmar mi obvia atracción por ella. Mientras estaba mirando el suelo, yo caminé velozmente, pasándome de largo, hasta llegar a la esquina de esa calle. En efecto, me escondí en la otra calle solo para que cuando ella avanzara, ¡la pudiera ver al completo! No quiero tirarme flores, pero estas cosas no se le ocurre a muchas personas. El plan era redondo, no me vio en ningún momento anteriormente, así que si nos cruzásemos las miradas y nos viéramos las caras, no sería extraño, eso sí, solo se podría hacer una vez. Y así pasó, ella empezó a andar de nuevo, y casi al mismo tiempo, yo aparecí por la esquina mientras ella seguía recto. La vi perfectamente, vi su torso y su rostro. ¡Gané!

Sus pechos eran bastante grandes, se notaba que no llevaba sujetador. Podía notarlo sobre todo por la forma en la que rebotaban mientras andaba, ese paso alzado que tenía hacía que bailasen. Además, se aguantaban perfectamente y tenían una forma preciosa. No pude evitar excitarme. Pero también le acompañaba su cara, una belleza por completo. Sus facciones eran rígidas, ¡de modelo! Para los estudiantes de arte: ¿sabéis la primera nariz que os enseñan a dibujar? Dejando de lado mi oscuro pasado como artista, es como digo. La nariz de esa mujer era perfecta. No pude evitar cruzar las miradas directamente, me dio vergüenza. Su mirada fue profunda, supongo que por sus ojos azules y su expresión seria, muy seria. Esa chica se volvió más interesante en segundos. Por último, me llamaron la atención sus labios. No porque fueran diferentes a los demás, aunque sí es verdad que también eran perfectos, pero era su color. Se los había pintado de amarillo. No sé por qué, me pareció hermoso. Puede que esté hablando más con el corazón que con la mente, o puede que ella fuera tan perfecta, que todo le quedaba bien. Pero independientemente de eso, me replanteé varias cosas.

Por suerte, ella me avanzó el paso rápidamente, así podía estar de nuevo en mi zona segura, detrás de ella. Esa zona solitaria, no había nadie, ni un alma asomaba por estas calles. Por eso empecé a pensar. No hacía falta esperar a ver su casa, podría grabar aquí y ahora. Podría ser un material muy bueno y exótico al ser en público. Todos mis fans están esperando algo nuevo, puedo hacerlo. Esa tarde se volvió una de las más interesantes de mi vida. ¿Quedarme en casa viendo películas snuff otra vez? Me aburre verlas, siempre he sido del otro bando, del de crearlas. Soy joven, apenas tengo veintidós años y ya he producido más de cinco metrajes. No es tan fácil grabar cuando te dedicas tú solo a buscar víctimas y encima tener que guardar sus cadáveres. Aunque aprendí del mejor, John Wayne Gacy, ese hombre sabía esconder bien los cuerpos.

Esta chica era ideal, podría matarla aquí sin que mis vecinos estén quejándose por los gritos. Qué suerte que aparte de mi cámara, siempre llevo una navaja conmigo. Podría cortarle el cuello para que no pudiera gritar y entonces violarla. Espero que me dé tiempo a que pueda morir desangrada, siempre es más excitante cuando está muerta. Esos pensamientos solo hicieron excitarme más. Ya tenía mis manos en cada bolsillo de mi chaqueta, una agarrando la cámara y otra el cuchillo. Empecé a acelerar el paso para acercarme a ella, pero de forma sigilosa. Había un estrecho callejón, podía verlo desde aquí. Todos los astros se habían alineado, ¡estaba de suerte!

Estaba sacando la cámara para pulsar el botón de play y empezar con el festín. Tenía a la chica a la altura del callejón, solo tenía que hacerlo. Pero inesperadamente, una anciana salió de ese mismo callejón: —¡Ey chico! Tú no eres de por aquí, ¿verdad? —En ese momento, yo por dentro estaba loco. ¡Por qué había una vieja de mierda en el callejón! Aunque pensándolo mejor, suerte que me habló a tiempo, podría haber acabado muy mal esto. —N-no señora, solo estoy cruzando esta zona. Estoy yendo… a las afueras. —Respondí nervioso. Por un momento giré la cabeza y vi a la chica. Estaba parada, mirándolos, con una pequeña sonrisa. —Señora Florence, ¿otra vez acosando a los jóvenes que pasan por aquí? —Dijo ella, acercándose y uniéndose a la conversación. —Ay, déjame. Eres una pesada Daniela. —Ahora sabía su nombre, se llamaba Daniela, es muy bonito… —Vamos, váyase. ¿Y tú quién eres? —Yo estaba en el cielo. No entendía nada, pero la chica empezó a hablarme y me hizo compañía. Resulta que ella también iba a las afueras para estar con amigos, yo, en cambio, le mentí diciendo que voy a visitar a mis abuelos, los cuales viven en una granja y hace años que no les visito.

Charlando, solo hice que fascinarme por ella. Parece ser que ella también es una amante del rock y el metal. ¡Esa expresión en su cara no mentía! ¡Sabía que era interesante! Pero no podía olvidarme de mis deseos más oscuros: quería destriparla. Para muchos, conocer a alguien así les haría querer tener una relación amorosa o una bonita amistad, pero eso no pasaba conmigo. El deseo de hacerle cosas atroces es mi forma de demostrar esa atracción. Tampoco soy alguien muy atractivo. Mi cara de tener pocos amigos, mi pelo negro y lacio que llegaba hasta la mitad de mi espalda y la barba de tres días que siempre luzco, no atrae a muchas chicas.

Estuvimos andando y charlando un buen rato. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué al hablar con ella estaba completamente sumiso? Eso me cabreaba, tenía que tomar acción cuanto antes. Y otra vez, la suerte me volvió a sonreír. Llegamos a unas vías del tren y empezó a sonar la campana, iba a cruzar un monstruo de metal. Era el momento, mientras pasaba el tren, agarré la cámara empezando la grabación y con la otra mano, saqué la navaja. Intenté atacarla y ella se asustó. Por alguna razón, el puto tren que estaba pasando, tardó muy poco en irse y ella pudo avanzar hacia adelante. Pero era bastante estúpido, podía ir hacia atrás donde hay un pueblo…

Ella era una buena atleta, corría bastante. Yo no soy muy deportista, así que me costaba ir alcanzándola. Tenía que matarla, no podía dejarla escapar. Ya estábamos en las afueras, era un paisaje desértico, parecía Texas. A lo lejos se empezaban a ver los graneros y las grandes pacas de heno redondas. Cada vez la tenía más cerca, pero me iba ganando. Estaba seguro de que la alcanzaría después de que cruzara una carretera que se encontraba cerca, pero cuando la estaba cruzando, un gran camión impactó contra ella. Me alteré de gran manera por el susto. El camión ni se inmutó, continuó con su trayecto, mientras yacía el cuerpo sin vida de la joven al otro lado de la carretera por el impacto.

Crucé y la miré, era horrible. Estaba impactado por el suceso. Tenía una pierna despellejada, un gran sangrado en el costado de su torso y una gran herida en la sien. Toqué sus costillas y tenía muchas de ellas rotas, también su cadera y estaba seguro de que su espalda igual. Puede sonar raro por mi parte, pero toda la excitación que acumulé durante la tarde, desapareció por completo. No me sentía cómodo, no era lo mismo lo que había pasado con lo que yo quería hacer. Igualmente, no podía desaprovechar la ocasión y fotografié el cadáver, al igual que sus partes íntimas. Hice todo eso a desgana. Pero al acabarse ese estado de shock, empecé a pensar y me preocupé de sobre manera.

¿Qué hago ahora? ¡Está muerta! El camión pasó de largo, pero quién sabe, podría volver. Nadie me ha visto, pero si me cruzo a alguien por esta zona seré el primer sospechoso. Podría excusarme con la verdad, que fue un accidente, ¡la atropellaron! Pero quién me iba a creer, llevando una navaja en el bolsillo y una cámara… Creo que aún ni la he vaciado, tendré vídeos matando a algunos animales o incluso material para mis snuffs. Además, mis huellas deben estar por todo su cuerpo. Estaba completamente desesperado.

Lo primero que hice fue revisar su mochila, pero no había nada de utilidad. Su contenido era normal; un móvil, maquillaje, una especie de manta, una vela aromática o parecido y un táper con algo dentro.  Supuse que era lo normal si iba a quedar con amigos. Guardé todo de nuevo y miré a mi alrededor. Había un granero cerca, podría dejarla ahí y que se lo comieran los animales que hubiera allí. Además, no había ninguna granja cerca, así que me la jugué y deduje que ahora que estaba anocheciendo, nadie iba a hacer nada con los animales.

La arrastré por el campo hasta llegar a las puertas de la caseta, se escuchaba desde fuera el sonido de los animales y me dispuse a abrir la puerta. Lo que encontré allí, no se borrará nunca de mi mente. No había animales, en absoluto, había personas. Individuos con túnicas encapuchados. Lo que llevaba la chica en la bolsa no era una manta, era esa vestimenta. En el centro, tres personas desnudas atadas con cuerdas a tres grandes estacas. Estaban muertas, tal vez una de ellas no, pero las otras dos lucían terribles: una no tenía piel, y la que estaba de cara a mí, tenía el torso abierto. Sus tripas asomaban y la sangre caía en cascada en un cubo de metal del cual uno de los encapuchados, hundía una copa para llenarla de sangre. Detrás de todos esos elementos, como en una especie de trono, otra persona. También llevaba la misma vestimenta, pero llevaba una gran máscara de cabra o también podía ser directamente la cabeza de una cabra real. Este, estaba haciendo cánticos guturales casi susurrando.

Esta mujer, no era trigo limpio, era una puta sectaria. Todos dirigieron sus miradas hacia mí y vieron cómo llevaba a rastras el cuerpo de su compañera. Uno de ellos gritó su nombre. Era la confirmación que necesitaba: Daniela llevaba a cabo sacrificios, estos eran sus amigos. Yo volví a estar en shock, sabía que este sería mi final. Y yo tontamente, lo más inteligente que hice, fue agarrar la cámara y grabar. 

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